Para Ricardo...
Me alegró mucho tu mail "Ricardo". Es raro, que un hombre escriba al blog.
Como contestación a tus dudas sobre la "mujer" y sobre el tema que me propones solo puedo comenzar con algunos fragmentos de tu carta.
En tu mail me cuentas que:
"En cuanto conoces a una mujer, ésta se muestra muy comprensiva contigo. Me cuentas que, al principio, le encanta tu manera de ser y siempre está dispuesta a acompañarte en todo, pero que después, cuando se afianza la relación comienza a criticarte y a prohibirte.
Casi todos los hombres se quejan de esto. Y es que, en el apasionamiento, Todos, nos queremos convertir en el ser mas comprensivo. No es que lo hagamos a propósito, es parte del enamoramiento. Pero Luego cuando comenzamos a convivir, de cierta manera, con otra persona, empezamos a observar con más atención, y yo creo que al hombre le pasa lo mismo. Solo que las mujeres, tenemos unas responsabilidades diferentes a ustedes.
La mujer, cuando encuentra a un hombre compatible con ella, comienza a pensar a futuro.
"Al principio soy el gran hombre, perfecto, admirable. En cuanto me tiene, me critica, todo en mí le molesta, mis amigos le disgustan, y hasta si rio muy fuerte"- Me cuentas.
El primer consejo que puedo darte es que, desde el principio, uno debe manifestarse tal y como es, y no impostar "a pedido de nadie" de esta manera, se verá prontamente si existe algún punto que los acerque; así se podrá elegir si seguir o no con esa persona.
Muchos varones hacen lo que las mujeres les imponen "por no pelear, por estar tranquilos" pero cometen un error; las mujeres "probamos" a nuestros hombres. Lo mejor es ser siempre auténtico. Pero ten en cuenta la etapa del apasionamiento, en este momento ambos, simularán, es comprensible y hasta necesario.
La verdad es que luego, con la convivencia, vendrán las desavenencias, porque es natural, normal, son dos personas que vivieron diferentes historias, con personalidades diferentes, con perspectivas totalmente distintas. Lo mejor es mantenerse auténtico, expresarse, dialogar.
Deberías contarle a tu mujer sobre tus anhelos, tus propias formas de ver la realidad, y mantener tu estilo, pero por sobre todo, defender tu libertad.
Ningún ser humano debería entregar la libertad al criterio de nadie. Eso no es amor.
En una parte de tu carta me dices "Ella, no me prohíbe ver a mis amigos, pero luego me recrimina la hora en que llego..." Y yo te pregunto, en esta frase ¿ le estas dando el poder a tu mujer de prohibirte o no? Es obvio que a tu esposa no ha de gustarle mucho si sales a divertirte con tus amigos cinco días a la semana, porque si tu eligieras estar más tiempo con tus amigos, que con ella, habría algo que no funciona bien en la pareja, por eso decides estar mas tiempo fuera de tu casa, que dentro.
Pregúntate si siempre optaste por estar más lejos, que cerca de tu casa; el hogar que ambos armaron, o es que simulaste ser lo que no eras y te sientes más libre cuando no impostas con tus amigos?
Si hubieras mantenido un diálogo más sincero con ella tal vez no tendrías que huir ahora.
Por otro lado, tal vez tu mujer tenga miedo de que tus salidas sean "irresponsables" en todo caso, el quedarte en casa no solucionará el problema de ambos.
Deben aceptar la diferencia que existe entre los dos géneros. El hombre se siente libre fuera del nido, la mujer se siente libre dentro de él, construyéndolo, afianzándolo, para los hijos y para que tú mismo tengas siempre cobijo.
Ella debería comprender que si tal vez te acompañara en tu "vuelo", tal vez, si recibiera, una vez por semana a tus amigos o se uniera a tus salidas, de vez en cuando; tu te sentirías mas aceptado. Y en cuanto a sus inquietudes, tú fueras más explícito en la expresión de tu amor hacia tu esposa, tal vez, ella no se sentiría tan insegura.
Las mujeres piensan que la mayoría de los hombres son irresponsables, demuestra que no lo eres.
Reafirmándole tu amor, recuérdale que serás un buen padre, con acciones contenedoras, sé su héroe.
Pero nunca entregues tu libertad. Sé libre junto a ella, enséñale que la esclavitud despierta a la revolución, pero que está muy bien rebelarse, ante la imposición.
Muéstrate firme, sé que tu amada entenderá, a ninguna mujer le gusta tener a su lado a un pusilánime o a un revolucionario. Sí les encanta el rebelde, el guerrero.
Y si tú eres el que no puede dejar la licenciosa vida de soltero, te recomiendo que abandones el proyecto de formar familia. Le harás mucho daño si todavía no estás preparado para esas responsabilidades. Muchos hombres, al sentirse solos, desean formar nido y tener hijos, pero les dura poco el encantamiento, y cuando se dan cuenta que la Diosa se convierte en una mujer de carne y huesos, con deseos, inquietudes y miedos, no tienen la suficiente valentía como para aceptarla, incapaces de cortar la relación, inventan, impostan, arman otras historias paralelas, hasta que colapsa la relación, en el mejor de los casos.
Olvida tu Edipo, tu mujer no es tu madre, esa que siempre, hagas lo que hagas, te acepta y te reconoce. Es tu mujer, con todas las expectativas de mujer. No es tu amiguito. Tu esposa quiere construirte un hermoso nido, donde estar tranquilo, donde tus pollitos puedan estar calentitos; construye para ese prospecto un techo seguro. Empieza con ser justo, fíjate si no te excedes, reflexiona sobre sus pedidos y ponle fin a "sus críticas, de mamá disconforme". Es muy natural que ella, cuánto más te conozca, más se ponga en "madre" contigo. La manera de salir de ello es ´"poner los puntos sobre la íes" ¿Se entiende? Compórtate como un hombre y no como un adolescente.
Ojala te sirva Ricardo...
Susana A.