El gran impedimento que encuentro, al
tratar de acompañar a alguna mujer hacia su libertad personal, es “ella misma”.
En cuanto les empiezo a hablar sobre lo inútil que es culparse o que no “está
mal equivocarse” que es parte de la vida. ME TRATAN DE LOCA.
Aunque les gusta escucharme cuando les
repito hasta el cansancio, “que son seres divinos” “que no tienen la culpa de
nada” “que es posible vivir sin sufrir”, etc., suelen querer llevarme pegada a
sus orejitas-dicen-. Esto me alarma. ¿Quieren decir que solo necesitan palabras
afirmativas como las de sobrecitos de azúcar? ¿Creen en lo que les digo? Creo
que no.
Al Transcribir sobre Plotino y Sri Ramana
Maharshi, pensaba ¿Practicarán la auto indagación? ¿Creerán que no son sus
pensamientos, su cuerpo? ¿Estos textos los leerán como a una poesía, para calmarse
momentáneamente?
Siempre repito, en mis “sermoneos”,
-Piensen, pregúntense; ¿Podría tener un poquitillo de razón esta loca?-
Todos repiten SIII YO TE CREO!!!. Pero
en la próxima charla la misma historia repetida pero con distinto escenario!
¡Pero Cómo cuesta! Me dicen. Yo les
insisto ¡Querer es poder! ¿Tú Quieres?
Tal como lo dicen los maestros, la mente
está limitada a lo fenoménico, y si uno se cree que es lo fenoménico, ¿Cómo
podría?
Recuerdo que en un taller, comencé con
la indagación sobre “Quién soy yo”, casi todos respondieron:
Yo soy Fulanito
Yo soy Médico
Yo soy mi firma
Yo soy una persona
Y… ¿Quién es fulanito? Pregunté,
respondieron:
YO.
Un ser “¿?”
Un corazón
Quien razona.
En fin. Todos conceptos. Con todas estas
respuestas me di cuenta Por qué se preocupan tanto en ser sus pensamientos y
los pensamientos de las personas que los rodean, por qué persiguen deseos y por
qué nunca cesan esos deseos.
La mujer es la más castigada en esta
idea. Pues ella viene con un “lavado de cabeza” de muchos “miles” de años. Ella
“debe hacer, para otro” Nunca para ella. Tratar de convencer, a una mujer, de
que piense en ella misma, es como pedirle su alma para entregársela al demonio;
que dicho sea de paso, para mí no existe.
Los maestros dicen que para iluminarse
uno necesita un temperamento viril (Los religiosos se valieron de este dicho
para considerar que la iluminación es, “sólo para varones” e incluso se
aseguraba, en algún tiempo, de que la mujer no tenía alma.
Yo creo profundamente en que la mujer
conseguirá abandonar su apego, sólo si pone en funcionamiento su parte viril. ¿Pero
qué considera ella que es un temperamento viril?
¿Una forma de ser egoísta? ¿Pensar en su
felicidad? ¿Trabajar por su felicidad sin mandatos sociales, sin pensar en “el
qué dirán?.
Las que suponen que entienden qué es lo
viril, pasan de posiciones feministas que aborrecen al hombre hasta las que
quieren copiar las formas de actuar, del hombre en el mundo, perdiendo su
identidad femenina.
En espiritualidad, lo viril, significa,
poner en actividad la esencia del Ser, en este caso, de su Ser femenino.
Para la sociedad ser femenina es ser
pasiva, en el sentido de vivir por el deseo del otro, y en realidad las fuerzas
femeninas son engendradoras, creadoras, sostenedoras de la vida y no inertes. Esto no significa que la misión de la mujer
sea solo la de “tener hijos”
Y que la que no engendró, no tiene
fuerza femenina.
Utilizar el género con el que nació en
todo su potencial generador y sostenedor en el mundo fenoménico. Despertar el
temperamento viril en la mujer, la impulsa a ir más allá del mundo fenoménico.
El ser humano “activo” se pregunta ¿Qué
hay más allá de lo manifiesto? ¿Existo sólo para ser un pensamiento y una
posesión en el mundo? ¿La vida está hecha de caminos hacia la concreción de los
deseos, para luego seguir deseando?
Piensen mujeres. ¿Llegará un momento en
el que uno deje de “desear”?
Se desea crecer- una profesión-
reconocimiento de los demás- un compañero que nos llene de amor- salud-
casarse-tener hijos-libertad después de los hijos-posesiones-no morir-
nietos-no morir, etc.,
¿El mundo las podrá colmar, con las
posesiones en el mundo se logra la felicidad?
La mente siempre propone alguna nueva
meta, proyecto, zanahoria que perseguir.
Propongo que comiencen con la
autoindagación
¿Quién soy yo? ¿Soy mi nombre? Yo elegí
mi nombre?
¿Si soy una profesión? ¿Yo no existía
antes de ser madre ó doctora ó maestra?
¿Si no fuera intelectual? ¿Qué era antes
de aprender a leer y escribir?
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