viernes, 14 de marzo de 2014

Superar la Muerte



 

“Cualquier cosa, para cambiar, debe pasar por la muerte, el oscurecimiento y la disolución”

“Lo que se niega a morir, no puede renacer”

 

                       Nisargadatta

 

 

En los momentos más difíciles es cuando me doy cuenta que con solo el conocimiento sobre la no- dualidad, no sirve.

La voluntad que puse en mi vida para poseer, cristalizó y fundamentó el temor a perder lo que obtuve. Es tan vulnerable mi ego que quiere convencerme de que si desaparece lo que poseo, yo misma desapareceré. Mi yo es pura forma y apariencia, rol, pensamiento y sentimiento, cuando él deja de tener, intenta buscar otra posesión. De forma vulnerable, mi ego imagina que mis posesiones me protegen, esto me hace tan vulnerable como él mismo; hasta volverme un compendio de temores, a la muerte, a la desprotección.

El mundo se volvió oscuro alrededor y muchos egos pudieron llegar a mí porque “no dejé Ser, al Ser”.

Ya me había pasado, mi mente superó la idea de la muerte con otro deseo. Olvidé que sin muerte no hay vida, y viceversa, y una vida sustentada en la no aceptación de la muerte, no es vida.

Entonces todo lo que me ha acontecido, tiene un hermoso por qué; mi yo debe asumir conscientemente su propia muerte, no como una experiencia lejana, sino como un latente instante, muy presente. Si no acepto la muerte no puedo salirme del ego.

Es como pensar que poseo la vida. Debo experimentar la nada misma antes de que mi cuerpo muera. Si lo asumo habré de vivir en la no-dualidad.

Los maestros enseñan que se debe morir antes de llegar a creer en la inmortalidad, la muerte del ego es el gran paso, es morir en vida.

 

Cuando perdemos a alguien, lo primero que aparece es un sentimiento de desprotección ante el mundo, podemos culpar por el abandono, podemos victimizarnos por el cambio de rol en el mundo. El ego toma este suceso, normal, y lo transforma en un caos de destrucción sin remedio, inventa causas para no abandonar el personaje que se creyó y trata de crear un rol nuevo, con mucha más fuerza. “El Ser, deja de ser”.

Debemos transitar estas circunstancias con introspección y dejar que lo imperecedero resurja dentro de nosotros.

Cuando perdemos un cuerpo amado, creemos que todo de él se ha aniquilado, pero solo basta con utilizar la memoria consciente para saber que ese Ser vive ya dentro de nosotros, el Ego desea aniquilarlo, para tomar otro personaje que vague eternamente a través de millones de vidas.

La muerte de un cuerpo amado me ha enseñado, cuánto tengo que trabajar aún.

Entonces me he levantado y he reído, con aquellas sonrisas que serán eternas, con todos aquellos hijos, esposos, padres, maestros y hermanos que viven en mí. Cuando el deseo, transforma el recuerdo en frustración recuerdo que el Ser no es un individuo, somos todos.
 
                                                                Susana.

No hay comentarios: